Un hombre trabajaba hacía muchos años en una fábrica de enlatados.
Un día confesó a su mujer que estaba poseído por una terrible compulsión: Un impulso incontrolable de colocar su pene en la cortadora de pepinos.
Espantada! , la esposa le sugirió que consultara con un psicólogo.
El marido prometió que lo pensaría, pero continuó repitiéndole y repitiéndole a la esposa el mismo cuento, hasta que ella, aburrida, un día le dijo: pues mételo en la cortadora de pepinos y no me molestes más, es tu problema.
Al día siguiente, el marido llegó a casa cabizbajo, profundamente abatido:
Qué pasó, querido? le preguntó la mujer, preparándose para lo peor.
Te acuerdas de mi compulsión de meter el pene en la cortadora de pepinos?
Oh, no! - gritó la mujer - dime que no lo hiciste!
Si, lo hice! - respondió el marido.
Oh Dios, y ¿qué paso?
Me despidieron... - dijo el hombre
Y, ¿te hiciste daño?
-No dijo él.
Entonces! ¿le hiciste daño a la cortadora de pepinos?
Noooo, pero a ella también la despidieron.!!
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