miércoles, marzo 30, 2005

Ingeniero Naufrago

Después de mucho tiempo sin tomar vacaciones, un ingeniero decidió tomarse unas, y se embarcó en un crucero por el Caribe.

A los dos días de descanso en alta mar logró tranquilizarse yolvidarse del trabajo. Pero no le duró mucho el gusto porque se desató de repente un tremendo huracán que hundió al barco como si fuera cualquier juguete.

Después de unas horas llegó la calma y, con tan sólo un salvavidas, nuestro ingeniero logró recalar en una hermosa isla desierta, llena de palmeras y plátanos.

Ahí estuvo por meses, y cuando ya había perdido toda esperanza de ser rescatado, un buen día llegó hasta él, en una pequeña balsa, una hermosa chica que le dijo: “Hola, yo vivo del otro lado de la isla.

¿No me digas que tu también venías en el crucero”

El ingeniero contestó: “Si, pero dime, ¿cómo has hecho para conseguir esa balsa?”

“Bueno, extraje el látex de algunas plantas, y con árboles de Eucalipto logré construir esto”

Asombrado, el ingeniero continúa: “Pero ¿qué herramientas usaste?”

“Fíjate—replicó la chica—que encontré unas rocas muy raras que al ponerlas al fuego producen un metal muy moldeable y que se puede trabajar muy fácilmente.

Así es como conseguí las herramientas. Pero, dime. ¿Dónde vives? No veo nada por aquí que pueda protegerte” “Aquí, me la he pasado debajo de estas palmeras por todo este tiempo”, replicó el ingeniero.

“Ven, te invito a mi choza”, dijo la chica.

Aún más asombrado, el ingeniero aceptó, y, sin decir nada más, se dejo conducir hasta una hermosa choza. Apenas llegar a ella, la chica le dijo:

“¿Gustas tomar algo?” “No, gracias—replicó él--.

Creo que si tomo más agua de coco voy a vomitar” Sonriendo, la chica contestó:

“No, mira, he logrado construir un pequeño sistema de destilación, así que podremos tomar auténticas piñas coladas”

“Eso está muy bien”, dijo él en prueba de aceptación.

Y mientras preparaba la bebida la chica le preguntó: “¿Siempre has usado tu barba así de larga?”

“No, yo siempre había sido limpio y me rasuraba a diario, pero aquí...”

“Mira, pasa al baño y báñate.

Allí hallarás algo con lo que te puedes afeitar”

Él llegó al colmo del asombro al encontrarse en el baño con un artefacto hecho con huesos y un pedazo de concha muy filoso, y con el chorro de agua caliente que salía por un pequeño orificio hecho en la pared. Al salir del baño, ya afeitado y bañado, siguió tomando su refresco junto a la bella chica, que le dijo: “Ahorita regreso. Voy a ponerme un poco más cómoda”

Y al rato apareció luciendo una hermosa bata hecha de palmeras. Al notar la mirada de estupor que le dirigió el ingeniero, le dijo:

“Oye, después de tanto tiempo, ¿no te gustaría hacer algo que no has hecho en estos meses y que tanto nos gusta a los hombres y a las mujeres?”

De inmediato, y con un brillo de esperanza en sus ojos, el ingeniero exclamó:

“¡Coño, ¿no me digas que también has inventado una forma de ver el correo electrónico?!”

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